Una preocupación recurrente en la economía peruana es el riesgo de incumplir la meta de déficit fiscal, que es el saldo negativo entre los ingresos y gastos del Gobierno. Aunque el objetivo para el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) es un déficit de 2.2% al cierre del 2025 , algunas instituciones y organismos advierten sobre su incumplimiento, lo que pondría en alerta la sostenibilidad de las finanzas públicas.
Con un panorama aún incierto, donde el gasto en personal del sector público ha tenido una considerable alza y con un Congreso que continúa planteando proyectos de ley que pueden generar un mayor gasto al Estado, ¿sabes cómo afecta el deterioro fiscal en las finanzas de los hogares peruanos?
Recientemente, el Consejo Privado de Competitividad (CPC) explicó en un informe que la sostenibilidad fiscal funciona como la economía de un hogar: cuando se gasta más de lo que se ingresa, primero se consumen los ahorros y luego se recurre a deuda.
Si ese comportamiento se vuelve recurrente, se debilitan las finanzas públicas y la deuda crece hasta comprometer la estabilidad del país, pues se torna insostenible.
Para el IPE, el déficit al cierre del 2025 será de 2.5% del PBI, mientras que el Consejo Privado de Competitividad estimó que el déficit llegaría a 2.4%, con lo que registraría su tercer año consecutivo de desequilibrio fiscal.
Menos obras y proyectos, más impuestos
Uno de los efectos de este aumento de la deuda se traduce en presiones sobre el presupuesto público. Es decir, ante la necesidad de pagar el endeudamiento, se reduce la capacidad del Estado para invertir en programas sociales o infraestructura esencial.
«La deuda pública en niveles insostenibles perjudica el crecimiento, con consecuencias para los ciudadanos más vulnerables. Puede frenar la inversión privada, aumentar las presiones sobre el gasto social y en infraestructura, y limitar la capacidad de los gobiernos de implementar reformas”, advirtió el Banco Mundial.
De hecho, el Banco Mundial estimó que, en 2023, los países de ingreso bajo gastaron un promedio del 7.5% de sus presupuestos en el servicio de la deuda y pagaron intereses que ascendieron al 20% de los ingresos. Esa cantidad resultó mayor que las inversiones que realizaron tanto para salud como educación.
Incluso, esto podría impactar en la capacidad del Estado para responder ante futuras crisis, como desastres naturales o choques externos, pues ante la necesidad de cubrir la deuda se guardan menos reservas para emergencias.
Los hogares podrían sentir efectos no solo por una menor calidad de servicios públicos, sino también por posibles incrementos tributarios, es decir, mayores impuestos, indica el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Préstamos más caros, menos inversión
El problema con el déficit también puede trasladarse a las tasas de interés que pagan los ciudadanos al acceder a un crédito. Un reporte del FMI precisó que el deterioro de las cuentas fiscales en economías emergentes puede llevar a condiciones financieras más complejas para el país.
“En los mercados emergentes, las primas de riesgo soberano tienden a subir cuando se debilitan los fundamentos fiscales, lo que incrementa los costos de financiamiento y endurece las condiciones financieras”, indicó el organismo.
Apoyo Consultoría coincidió, indicando que un aumento del costo de financiamiento del Estado usualmente se ve reflejado en mayores tasas de interés de largo plazo, tanto en las emisiones corporativas como en el crédito hipotecario.
“Esto afectaría la viabilidad de proyectos de inversión y el acceso a viviendas dignas para las familias”, añadió.
De esta manera, un déficit elevado también debilita la confianza de los inversionistas para generar proyectos y abrir empresas en el país, lo que podría derivar en un menor crecimiento económico, menor creación de empleos e ingresos para los hogares.
Fuente: Gestión
Fecha: 23/11/2025